El gato negro



Acercate a mi, sombra nocturna,
despliega tu engreida elegancia,
deslízate suave, sigiloso, flotante,
déjame tocar tu cuerpo negro.

Encaja tu garras en mi regazo,
no importa si el dolor es punzante,
quiero sentir tu lomo ondulante,
que reaciona amable ante mis caricias.

Mis dedos se hunden cautelosos,
en tu suave y sedoso pelo eléctrico,
tu fria y penetrante mirada de piedra agata,
corta y hiere mis solitarios pensamientos.

No sabes tu oh noble criatura,
como conjuras mis recuerdos de ella
su mirada, profunda y fria como la tuya
que corta y hiende como una daga.

Aroma sutil, peligroso perfume,
destilaba su cuerpo por sus relieves,
su ondulante figura que reaccionaba,
al lento paso de mi deseosa mirada.

Estrella fugaz que pasó muy rápido,
la noche eterna le hizo morada,
se fué sigilosa como tus pasos,
sin una despedida, sin un reclamo.

Permanece aqui mi amado gato,
que tu me recuerdas tanto de ella,
mitiga el dolor de su triste ausencia,
que su partida dejó, mi alma helada.


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2 comentarios:

  1. ¡Este poema siempre ha sido de mis favoritos!

    Es interesante ver el proceso de tu evolución.

    GK

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  2. Salir a pasear en esta mañana tranquila de pensamientos en ebullición y sueños que caminan, y encontrarse con la majestuosidad de un gato, es notar, una vez más, como ese bello animal, si se deja acariciar, puede mitigar el vacío que a veces grita desde el silencio que rodea a la humanidad. Puede ser como la mano invisible que nos acaricia en la distancia, o hacerse presencia para darnos fuerza en la soledad.
    Quien tiene un gato cerca, (que no bufe), siempre será una compañía maravillosa.

    Besos.

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