Babel
En el apogeo de la noche ontológica
desde el zigurat altivo de su osadia
el gran cazador quiso rasgar el cielo
abrir un portal divino para su reino.
Cuando los dioses huyeron envilecidos
con miedo tan descomunal como su cobardía
Sobre el cieno y devastación post diluviano
Nimrod fué artífice de magnas urbes y obras.
Impulsor de hombres libres y una tierra unida
sobre la sumisión abolida construyó su imperio.
su grande historia de logros y conquistas
fue alienada por la visión servil y maniquea.
Pero la diáspora humana era un decreto
la civilización no debía desarrollarse
la corona del elohim requería esclavos perpetuos
que sirvieran a su mineral hambre de oro.
La dictatorial mirada del demiurgo contrariado
cifró sus voces unisonas para separarles
las palabras se escondieron en laberintos
entre destellos vencidos de la razón oculta.
Con el cielo ensombrecido bajo sus pies
las nubes de la confusión en sus cabezas
desterrados a buscar su identidad perdida
los hombres abandonaron sus herramientas.
Aspiraciones gloriosas flotan en el vacio
con el escrúpulo filoso de la culpa inducida
cuantos sueños de grandeza humana aplastados
cuantas guerras, divisones y planeados estorbos.
El sueño de Nabucodonosor es la agenda codificada
de narcolepsia y fracaso diseñado para el hombre
en el mezquino tablero de los dioses egoístas
que volverán después de tres mil seicientos años.
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