Dos Soles en el firmamento



En el espejo del silencio,
donde las sombras no se reflejan,
huyo de mi y de mis ojos,
acallando ecos estratificados
de memorias implantadas
en codificados genes
y memes evolucionarios.

La conciencia se desnuda de ropajes,
percibiendo con los ojos de lo observado,
bajo el cielo obstinado del universo,
desplegando renacimientos y ocasos en coda,
se revela el entramado impetuoso,
del contexto que da forma a la forma.

Los arquetipos inmanifiestos,
como centros atractores,
derivan el tiempo en deltas matemáticos,
secuenciando la totalidad en eventos,
generando el espacio y la historia.

En el libro supremo de los esquemas,
donde beben los profetas y visionarios,
fluyen imágenes del pasado y el futuro,
en el abrazo inevitable, de alfa y omega.

Las nubes de Oort se excitan temerosas,
en los bordes distantes de la heliósfera,
un antiquísimo viajero retorna,
emisario de destrucción y de caos.

Rayos gamma por doquier.
El sistema solar se alinea,
a la eclíptica de la espiral barrada,
mientras su galaxia Sagitario,
es devorada por la Vía Láctea.
Orión marca el momento,
del fin de un ciclo mayor,
Dos soles en el firmamento.
Una nueva hoguera se enciende.
Júpiter abre un portal de escape,
hacia las regiones del hiper espacio.

Cónclave de razas y civilizaciones,
observan el momento clave,
la tierra llora su suerte triste y cíclica,
mientras sorprendida observa
una intensa hiperactividad,
a lo largo y a lo ancho,
de su bóveda celeste.
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