El caminante en el desierto



El caminante en el desierto

Lo perseguía un coro de ruinas y fantasmas; sus creencias derruidas, sus ídolos caídos,
la eternidad convertida en burda fantasía, los falsos dioses inmortales extintos en su propia utopía.
La memoria devoraba la mente del caminante, como un eco persistente y obsesivo,
hería su presente y su futuro, con los garfios afilados del pasado.

Cansado de todo y de todos, el caminante se internó en el desierto,
seguía tan solo sus automáticos pasos, sin atreverse a ponerle fin a sus días.
Así caminó por días, que después se convirtieron en semanas... y años.
Solo caminaba y caminaba sin esperar llegar a ningún lugar...

Cuantos sueños de lo excelso vendidos, cuantos juegos de la mente interpretados.
Repetir la hipocresía del ego hasta la náusea, hasta que el alma se llena de cansancio.
Cuando sentir es solo dolor que aniquila, y el corazón se seca como los huesos,
siempre aparece el último estertor del misterio, y la vida se desnuda en su naturaleza.

Un día ya casi delirando, sin detener su pesado y monótono paso,
con el sol de medio día en el rostro y una sed infinita en el alma,
alzó su cabeza hacia el cielo cuestionándole:

-¿¡Hasta cuando!?

-¿Quién eres?
Le pregunta el silencio que parpadeaba en el desierto.

-Soy solo inercia.
-¿Inercia inútil?
Murmuraba el río cercano mientras corría sin parar.

-He perdido mi rumbo.
-¿Y a donde quieres ir?
Le susurraba el viento caprichoso.

-Creo que ya no me queda nada por hacer.
-Pero aún estás vivo.
Le aclaraba la roca cercana esculpida por los siglos.

-Mis sueños se han detenido.
-¿De que sueños hablas?
Le preguntó la montaña escarpada.

-Nada es como debiera.
-¿Estas seguro de eso?
Le increpaba la serpiente mientras se arrastraba.

-Nada es real, solo el dolor.
-¿Y que es para ti el dolor?
Le preguntó la arena del desierto golpeando su cara.

-A veces es no sentir nada, ni importarle a nadie.
- ¿Acaso crees que el universo se mueve porque le importa a alguien?
Le dice el Sol mientras calcinaba el suelo que pisaba y su cara.

-Ya. Creo que empiezo a entender...
-¿De que te sirve tu astucia si se vuelca contra ti mismo?
Le cuestionó el coyote, clavándole la mirada.

-Siento que algo crucial me falta.
¿Crees que podría yo volar si no confiara en mis alas?
Le interroga el águila sobrevolando por su cabeza.

El caminante, pensativo, guardó silencio.
Fue disminuyendo su paso hasta detenerse.
La sombra de una nube lo cubrió y comenzó a llover encima de él.
Sorprendido extendió sus brazos, y extático sentía la abundante lluvia.
Era como si el aguacero fuese el llanto acumulado de sus propios ojos.
Emocionado cayó de rodillas. Se sintió abrazado por su entorno.
Volteó buscando a sus amigos del desierto, pero ya no estaban.
La lluvia cesó luego de una hora. Ahora todo parecía en calma.
Volteó hacia abajo y se vio a si mismo reflejado en el agua anegada.
Su imagen sonrió en el espejo líquido y le dijo:

-¿Preguntabas hasta cuando? ¡Éste es el momento!

El caminante del desierto se levantó decidido,
comprendió que había encontrado su propia voz
y con una convicción no antes sentida, dijo en voz alta:
-¡La inercia se acabó. Ahora sé hacia donde quiero ir!

Y con paso firme, se retiró de su propio desierto…

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Music: Thy Veils live at Mike's Earshot

3 comentarios:

  1. Lección de vida, donde es ésta misma el sujeto y objeto que instruye.

    ¡Excelente idea!

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  2. asi es... solo tenía que escuchar su naturaleza interior, eclipsada por el ruido exterior...

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  3. Hola analizar d este blog es muy agradable , vistas de esta manera emotivan quien visitar esta página web:)

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